Este domingo por la tarde se conoció la triste noticia del fallecimiento de César Luis Menotti, a sus 85 años. El exentrenador campeón del Mundo 1978 con la Selección Argentina había sufrido una anemia severa en Abril que se había agravado por una tromboflebitis y luego de la internación había sido dado de alta para continuar con la rehabilitación en su casa.
Actualmente se encontraba cumpliendo la función de Director de Selecciones Nacionales en la AFA y fue uno de los que avaló la designación para que Lionel Scaloni sea el técnico en el Mundial de Qatar.
El Flaco, como lo llamaban, deja un legado y una huella imborrable en el fútbol mundial y en cada uno de sus dirigidos que a lo largo de la historia se encargaron de resaltar que era diferente al resto.
No obstante, lo más trascendente que deja para nuestro fútbol no tiene que ver con un título sino con algo mucho más importante que trascendió generaciones hasta nuestros días. Menotti cambió la historia del fútbol argentino en el año 1974 presentando un proyecto a la entidad madre para devolverle el prestigio a la selección y revalorizar a los futbolistas. Antes de su llegada los técnicos cambiaban constantemente en cuestión de meses o años (habían pasado nueve en los últimos siete años) sin una planificación, no todos los jugadores querían jugar, los clubes evitaban por momentos cederlos y así el seleccionado no era la prioridad.
Fue precisamente esa la palabra que apuntó Menotti en el documento que le presentó a los directivos de AFA: la selección debía ser la prioridad número uno para todos los clubes argentinos. Y detrás de esa noción otros puntos que la respaldaban haciendo referencia tanto a cuestiones organizativas como de planificación y prácticas. Las "cuatro selecciones" o la "selección del interior" armaron una gran red para detectar futbolistas en todo el país.
El contrato de cuatro años para los técnicos que incluyen el proceso previo al Mundial que conocemos hoy surgió de esa propuesta del rosarino, entre otras.
En definitiva, lo que pretendía César Luis Menotti a sus 34 años y luego de haber construido un inolvidable Huracán que se quedó con el campeonato en 1973 era lo que iba a perseguir a lo largo de todo su recorrido: poner en su lugar al futbolista argentino y al fútbol nuestro. O también “La nuestra”, como se llamaba entonces a la idiosincrasia argentina relacionada con este deporte.
En el libro “Cómo ganamos la Copa del Mundo” (1978), Menotti hace referencia a esa idea: “a pesar de que algunos hagan todo lo posible para imponer la última moda que viene de afuera, el estilo, la característica natural del jugador argentino, su manera de ver y de sentir el juego, va a terminar por aparecer en definitiva para distinguirlo entre todos”.
Asimismo, la mirada que tenía sobre el juego iba de la mano de esa observación sobre las características del jugador argentino y en ese sentido generó una marca registrada llamada “menottismo” ligada a una manera audaz de afrontar los partidos, siempre con la pelota como referencia central del pase y la vocación ofensiva. Uno de los que tomó como propia esa identidad para mejorarla fue Josep Guardiola, tanto que antes de lanzarse como entrenador vino a visitarlo a Argentina para recoger toda su sabiduría.
Como técnico llevó su sello a Newell’s (ayudante de campo), Huracán, Selección Argentina, Barcelona, Atlético Madrid, Sampdoria, Boca Juniors, River Plate, Peñarol de Uruguay, Rosario Central, Independiente, Puebla y Tecos de México y obtuvo seis títulos. Dos con la selección: Mundial 78 y Sub20 del 79. Tres con el Barsa: Copa del Rey , Copa de la Liga y Supercopa y uno con el Globo: Primera División 74.
Pero antes del entrenador existió el Menotti futbolista que jugó en Rosario Central, Racing, New York Generals, Boca, Santos y Juventud de Brasil. El Flaco siempre declaraba sentirse jugador hasta el último de sus días y esa hora llegó este domingo, aunque se lo recordará por siempre.
